La vasculitis abarca una amplia variedad de afecciones relacionadas, cada una con sus propias causas.
La vasculitis, a veces conocida como angiitis o arteritis, es un término general para un grupo de enfermedades que causan inflamación en los vasos sanguíneos, lo que dificulta el flujo de sangre a través del cuerpo. Dado que es un trastorno relativamente raro, el conocimiento público del mismo es limitado, lo que dificulta aún más que los pacientes reconozcan sus síntomas y encuentren tratamientos efectivos para ellos. Para aquellos que padecen esta afección o investigan en nombre de un ser querido o amigo, los guiaremos a través de sus causas, síntomas y opciones de tratamiento más comunes.
La vasculitis se refiere a una amplia variedad de enfermedades raras, ninguna de las cuales tiene una sola causa específica. La investigación sugiere que puede estar parcialmente determinado por factores hereditarios. Además, la vasculitis puede ser un "efecto secundario" de la hepatitis B o los trastornos autoinmunes.
Para determinar si un paciente tiene vasculitis, se realiza una prueba de sangre o líquido corporal para detectar inflamación. Las pruebas de función de los órganos se pueden realizar si la vasculitis está afectando a un órgano. Finalmente, se puede establecer un diagnóstico si una biopsia y / o una radiografía de los vasos sanguíneos revela la inflamación asociada.
Como la vasculitis provoca una inflamación de los vasos sanguíneos, generalmente causa cambios en sus paredes y revestimientos, lo que puede provocar fatiga, pérdida de peso, dolor muscular, dolores de cabeza y más. Sin embargo, los síntomas pueden variar dependiendo de dónde se concentre la enfermedad; La vasculitis en el cerebro, por ejemplo, tendrá diferentes efectos que la vasculitis de los pulmones o la piel. La gravedad de estos síntomas también puede variar, y algunos casos conducen a insuficiencia orgánica o consecuencias igualmente graves.
Varios tipos de vasculitis pueden causar cambios físicos tangibles, como manchas rojas en la piel, lesiones o venas gruesas y protuberantes. Algunos efectos, como las erupciones cutáneas, pueden ser temporales, pero algunas variedades de vasculitis pueden ser crónicas y persistir durante toda la vida de una persona. Si la afección no se trata, las venas pueden continuar deteriorándose, lo que puede conducir a aneurismas o desprendimiento de coágulos sanguíneos.
La mayoría de los casos de vasculitis se tratan mejor con medicamentos. La cortisona es generalmente la más efectiva, pero también se pueden recetar medicamentos inmunosupresores como la ciclofosfamida. Si la vasculitis afecta los órganos internos, puede ser necesaria una medicación adicional específica para esos problemas.
La vasculitis puede ser un desafío de manejar, pero con los medicamentos adecuados, es relativamente fácil de tratar. Cuanto antes reciba tratamiento para la vasculitis, es más probable que la enfermedad entre en remisión. Si cree que puede estar en riesgo de vasculitis, programe una cita con un especialista hoy para analizar sus opciones.